“La verdadera libertad está en nuestra capacidad de elegir lo bueno”. Leía hace poco esta frase y desde entonces la disecciono y paladeo porque no dejo de sacarle jugo. Y es que demasiado a menudo decido a golpe de impulso, de estado de ánimo, de apetencia... hago aquello que “tengo ganas” de hacer y no hago lo que no me da la gana. Y a golpe de decisión instintiva y primaria me creo que soy libre.
Me siento libre cuando puedo hacer y decir lo que me parece, lo que me apetece y, en la mayoría de esas ocasiones, no estoy siendo más que esclava de mis apetencias, de mis ganas. La mayoría de las veces lo que me apetece ni siquiera es lo que quiero, porque lo que quiero incluye – o debería- las consecuencias de mis actos y, aunque me apetece comer tarta de chocolate hasta que me salga por las orejas, no quiero tener un flotador incorporado cuando llegue el verano. ¡qué cosas!
No es que para ser libre haya que vivir en una constante mortificación o que haya que elegir lo contrario a lo que uno le apetece para acertar, pero empiezo a ser consciente de la necesidad de educar mis gustos porque darle tanto protagonismo a mis ganas me lleva, casi siempre, a perder.
Mientras entreno mis ganas para la victoria voy a intentar centrarme en disfrutar al máximo de las cosas que soy capaz de decidir sabiendo que son realmente buenas. Aunando libertad y apetencia me voy de vacaciones que, obviamente, es muy bueno para mi y tengo muchas ganas! Feliz y Santa Semana.
Me siento libre cuando puedo hacer y decir lo que me parece, lo que me apetece y, en la mayoría de esas ocasiones, no estoy siendo más que esclava de mis apetencias, de mis ganas. La mayoría de las veces lo que me apetece ni siquiera es lo que quiero, porque lo que quiero incluye – o debería- las consecuencias de mis actos y, aunque me apetece comer tarta de chocolate hasta que me salga por las orejas, no quiero tener un flotador incorporado cuando llegue el verano. ¡qué cosas!
No es que para ser libre haya que vivir en una constante mortificación o que haya que elegir lo contrario a lo que uno le apetece para acertar, pero empiezo a ser consciente de la necesidad de educar mis gustos porque darle tanto protagonismo a mis ganas me lleva, casi siempre, a perder.
Mientras entreno mis ganas para la victoria voy a intentar centrarme en disfrutar al máximo de las cosas que soy capaz de decidir sabiendo que son realmente buenas. Aunando libertad y apetencia me voy de vacaciones que, obviamente, es muy bueno para mi y tengo muchas ganas! Feliz y Santa Semana.
La Gaceta de los Negocios 3 de abril de 2009
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De Colores
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