sábado, 19 de septiembre de 2009

Enfadarse




“Cualquiera puede enfadarse; eso es algo muy sencillo” decía Aristóteles. Para mí, además de sencillo suele ser habitual, frecuente, recurrente... Hay personas que hacen de enfadarse todo un estilo de vida. Existe quien es capaz de permanecer en este estado desde que se despierta hasta que se duerme incluso algunos habilidosos de la cosa, puede seguir peleándose con el mundo en sueños.

Supongo que es bueno enfadarse un poco de vez en cuando. A mi me sirve, a veces, para constatar que las cosas me importan y que no me da lo mismo una que otra. En demasiadas ocasiones lo uso como termómetro para comprobar que es sangre y no horchata lo que corre por mis venas y procuro verle la parte positiva al hecho de que, a veces, las cosas no importantes me importen en exceso.

Pero llega el filósofo y completa la frase: “Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.” Y ahí me reconozco enfadada por algo que no es realmente el motivo de mi enfado y que, sin embargo, distrae mi atención de lo que es verdaderamente una oportunidad para avanzar con alguien o con algo. ¡Con qué facilidad me enredo en las ramas del árbol del cabreo mientras dejo morir de inanición la raíz profunda de mis sentimientos! Así que mientras intento aprender a buscar la persona, el grado, el momento, el propósito y el modo voy a procurar, simplemente, enfadarme un poco menos.

La Gaceta de los Negocioas 17 abril 2009

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De Colores

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