miércoles, 18 de junio de 2008

Sin muelas ¿sin juicio?



Por fin ayer me quitaron la cuarta (y última) muela del juicio.

Será porque mi cabeza no se cansa de dar vueltas (es involuntario) será porque el Señor no se cansa de enseñarme Cosas con las cosas (gracias buen Maestro), el caso es que os cuento de lo que me he dado cuenta.

Llevo días haciendo yo misma, de manera preventiva, el chiste y reconociendo que al quitarme la última muela del juicio muy probablemente, al mismo tiempo, que me extraían la "pieza" me extrajeran también el "juicio"... Todo el rato lo veía como la extración del menos común de los sentidos: el sentido común.

Ayer me dí cuenta de que más que el juicio (el "sentidiño" que dirían los gallegos) lo que estaría muy re-bien es que con las muelas hubiera sido extirpado de mi el JUICIO: esa extraña y compulsiva manera de aplicar mis "criterios" y pensamientos sobre todo y todos los que a mi alrededor se mueven.

Me acordaba mientras volvía en el Metro con mi cara inflamada y mi cabeza aturdida de cómo hace unos días había juzgado, pre-juzgado y, por supuesto, condenado a un sacerdote por su "aspecto".

Sólo mirándole había desestimado la posibilidad de acercarme a él para recibir el Sacramento de la Reconciliación. El buen hombre y santo ministro de Cristo no había resistido el implacable exámen de la lupa de mi duro corazón. Peor aún, juzgar me había hecho pasar por alto que más allá del sacerdote con quien me encuentro en el Sacramento es con el mismo Cristo, el Amor de Dios abrazando mi humanidad pecadora.

Como el Señor sabe y siempre sabe más me regaló (minutos después) que su siervo se parara a hablar conmigo (y el amigo común que al que acompañaba) para dejarme comprobar que poco o nada tenía que ver lo que él era realmente con la imagen que mi lente de aumento de los fallos ajenos (y consiguiente disminución de los propios, claro) había dibujado de él.

Así que... en el final de este proceso de arrancamiento molar le pido al Señor que con estas cuatro piezas me arranque esta mala costumbre de juzgar a los que me rodean.

No sé si sentidiño común habré perdido o no mucho (aún sigo aturdida) pero ojalá con las muelas del juicio haya perdido -un poco por lo menos- la capacidad de triturar a los demás con mi implacable juicio... que deje de someter a los demás del duro exámen de mis propias debilidades.





<><

De Colores

2 comentarios:

rodrigo hernandez dijo...

seguro que el juicio no lo has perdido, al menos yo no lo percibo.... :)

un beso grande,

rodrigo

Jorge Fernández Sánchez dijo...

Que el Señor te libere de tus juicios y prejuicios. Sólo hay que querer pero no es fácil. Espero que te recupeas pronto y puedas comer de todo enseguida. Yo en tu lugar, siendo época de helados, me pondría las botas, aprovechando lo baratos que están el el Lidl.

Besos y DE COLORES!!